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  • Nos parece que en la inteligencia hay una facultad fundamental, cuya alteración o carencia es de la mayor importancia para la vida práctica. Esta facultad es el juicio, también llamado buen sentido, sentido práctico, iniciativa, la facultad de adaptarse uno mismo a las circunstancias. Una persona puede ser un imbécil o un imbécil si carece de juicio; pero con buen juicio nunca puede ser ni lo uno ni lo otro. De hecho, el resto de las facultades intelectuales parecen de poca importancia en comparación con el juicio.

    "El desarrollo de la inteligencia en el niño" de Alfred Binet, Théodore Simon, traducido por Elizabeth S. Kite, Reimpresión 1973, New York: Arno Press, (pp. 42-43), 1983.