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Nuestro pecado es lo que nos separa de Dios, pero es nuestra justicia propia la que nos impide correr hacia Él por la gracia que Él voluntariamente da a todos los que vienen.
Nuestro pecado es lo que nos separa de Dios, pero es nuestra justicia propia la que nos impide correr hacia Él por la gracia que Él voluntariamente da a todos los que vienen.