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Normalmente nos dejamos llevar por el impulso habitual. No interrumpimos nuestros patrones ni siquiera un poco. Con la práctica, sin embargo, aprendemos a quedarnos con un corazón roto, con un miedo sin nombre, con el deseo de venganza. Permanecer en la incertidumbre es cómo aprendemos a relajarnos en medio del caos, cómo aprendemos a estar tranquilos cuando el suelo bajo nosotros desaparece de repente.