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La producción de conocimiento en las escuelas de hoy es instrumental, está vinculada a resultados objetivos, privatizada y orientada en gran medida a producir sujetos consumidores. Las estructuras organizativas que hacen posible ese conocimiento imponen graves costes a cualquier noción viable de educación crítica y pedagogía crítica. Los profesores están descualificados, reducidos en gran medida a enseñar para el examen, la cultura empresarial organiza las estructuras de gobierno de la enseñanza, el conocimiento se considera una mercancía y los estudiantes son tratados de forma reduccionista como consumidores y trabajadores.