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La Alta Inteligencia Emocional exige la integridad personal más intensa. Exige que nos abramos a la experiencia, que recuperemos nuestra capacidad de ver la vida y a los demás de nuevo, como a través de los ojos de un niño, que aprendamos a aprovechar nuestra intuición y visualización, como medio poderoso de utilizar nuestro conocimiento interior para "marcar la diferencia". Exige que dejemos de refugiarnos en lo que sabemos y exploremos y aprendamos constantemente de lo que no sabemos. Exige que vivamos las preguntas más que las respuestas.