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  • Los verdaderos amigos ven quiénes somos realmente, escuchan nuestras palabras y los sentimientos que hay detrás de ellas, nos acogen en el puerto seguro de su abrazo y nos aceptan tal y como somos. Los buenos amigos nos devuelven lo mejor de nosotros, nos perdonan lo peor y creen que nos convertiremos en ancianos sabios, chiflados y maravillosos. Los amigos queridos nos prestan toda su atención, nos animan a reír y nos incitan a la tontería. Y nosotros hacemos lo mismo por ellos. Un amigo de verdad nos da el valor de ser nosotros mismos porque está con nosotros siempre y en todo. En la seguridad de esas amistades, nuestros corazones pueden abrirse por completo.