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La escucha profunda es milagrosa tanto para el que escucha como para el que habla. Cuando alguien nos recibe con el corazón abierto, sin juzgar, escuchando intensamente interesado, nuestro espíritu se expande.
La escucha profunda es milagrosa tanto para el que escucha como para el que habla. Cuando alguien nos recibe con el corazón abierto, sin juzgar, escuchando intensamente interesado, nuestro espíritu se expande.