-
Nos convertimos en nuestro propio enemigo cuando la ira, el odio, la pena o cualquier otra emoción intensa nos desequilibra. Estamos obsesionados por algo ajeno.
Nos convertimos en nuestro propio enemigo cuando la ira, el odio, la pena o cualquier otra emoción intensa nos desequilibra. Estamos obsesionados por algo ajeno.