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  • Y digo que el aro sagrado de mi pueblo era uno de los muchos aros que formaban un círculo, ancho como la luz del día y como la luz de las estrellas, y en el centro crecía un poderoso árbol en flor para cobijar a todos los hijos de una madre y un padre.

    Alce Negro (2000). "Black Elk Speaks: La vida de un hombre sagrado de los sioux oglala", Bison Books.