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  • Todavía no he visto un acto grave de violencia que no haya sido provocado por la experiencia de sentirse avergonzado y humillado, faltado al respeto y ridiculizado, y que no haya representado el intento de impedir o deshacer esta "pérdida de prestigio", por muy severo que sea el castigo, aunque incluya la muerte.

    James Gilligan (1996). “Violence: Our Deadly Epidemic and Its Causes”, Putnam Adult