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El terror, admitámoslo, es básicamente bastante tonto. Escribes sobre sucesos absurdos y el truco consiste en disfrazarlos con un lenguaje tan convincente que al lector no le importe.
El terror, admitámoslo, es básicamente bastante tonto. Escribes sobre sucesos absurdos y el truco consiste en disfrazarlos con un lenguaje tan convincente que al lector no le importe.