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  • El oído es profundo, mientras que el ojo es frívolo, se satisface con demasiada facilidad. El oído es activo, imaginativo, mientras que el ojo es pasivo. Cuando oyes un ruido por la noche, al instante imaginas su causa. El sonido del silbato de un tren evoca toda la estación. El ojo sólo percibe lo que se le presenta.