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  • La mayoría de nosotros necesitamos que nos recuerden que somos buenos, que somos queridos, que pertenecemos al grupo. Si supiéramos la fuerza con la que nuestros pensamientos, palabras y acciones afectan a los corazones de quienes nos rodean, tenderíamos la mano una y otra vez. Nuestras relaciones tienen el potencial de ser un refugio sagrado, un lugar de curación y despertar. Con cada persona que conocemos, podemos aprender a mirar detrás de la máscara y ver a quien anhela amar y ser amado.