Autores:
  • Soy ateo. Lo bueno de los ateos es que no tenemos el mandato de convertir a nadie. Así que nunca me encontrarás en la puerta de tu casa un sábado por la mañana con una gran sonrisa diciendo: "Sólo he venido a decirte que no existe la palabra. He traído este librito en blanco que esperaba que le echaras un vistazo'.