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Hay dos errores iguales y opuestos en los que nuestra raza puede caer acerca de los demonios. Uno es no creer en su existencia. El otro es creer, y sentir un interés excesivo y malsano por ellos. A ellos mismos les complacen por igual ambos errores y saludan con el mismo deleite a un materialista o a un mago.