-
Parece entonces, digo yo, que dejas la política enteramente fuera de la cuestión, y nunca supones, que un magistrado sabio pueda justamente ser celoso de ciertos principios de la filosofía, tales como los de Epicuro, los cuales, negando una existencia divina, y consecuentemente una providencia y un estado futuro, parecen aflojar, en gran medida, los lazos de la moralidad, y pueden suponerse, por esa razón, perniciosos para la paz de la sociedad civil.