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  • Es prometedora y seductora, esa enorme familia italiana, sentada alrededor de la mesa, rodeada de olivos. Pero no es mi familia y yo no soy su familia, y por mucho que tenga hijos, cocine la cena, rastrille las hojas, plante los huertos o pague los billetes de avión, eso no va a cambiar. Si no vuelvo en once meses, no me echarán de menos, y nadie me escribirá ni me llamará para reconocer mi ausencia. Lo cual no es una acusación, sólo una pequeña verdad sobre el clan y el linaje.