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Cuando consideramos la realidad en sí nos damos cuenta rápidamente de su infinita complejidad, y nos damos cuenta de que nuestra percepción habitual de ella es a menudo inadecuada. Si no fuera así, el concepto de engaño carecería de sentido.
Cuando consideramos la realidad en sí nos damos cuenta rápidamente de su infinita complejidad, y nos damos cuenta de que nuestra percepción habitual de ella es a menudo inadecuada. Si no fuera así, el concepto de engaño carecería de sentido.