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  • Porque en la prosperidad el hombre suele envanecerse de orgullo, mientras que las tribulaciones lo escarmentan y humillan mediante el sufrimiento y el dolor. En medio de la prosperidad la mente está eufórica, y en la prosperidad el hombre se olvida de sí mismo; en las dificultades se ve obligado a reflexionar sobre sí mismo, aunque no quiera. En la prosperidad el hombre destruye a menudo el bien que ha hecho; en medio de las dificultades repara a menudo lo que hace tiempo hizo en el camino de la maldad.