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  • Si hay algo bueno en el exilio, es que enseña humildad. Acelera la deriva hacia el aislamiento, hacia una perspectiva absoluta. Hacia la condición en la que lo único que a uno le queda es uno mismo y su lengua, sin nadie ni nada en medio. El exilio te lleva de la noche a la mañana adonde normalmente tardarías toda una vida en llegar.