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  • Observa atentamente a los niños que te rodean. En momentos preciosos vislumbrarás el rostro de tu Salvador. Escucha atentamente y oirás su voz. Camina suavemente entre ellos; sus huellas están a tu alrededor. Abrázalos, porque lo estás abrazando a Él. Respétalos, porque a veces son los agentes de Dios, exactamente el tipo de instrumentos que necesita. En esos momentos, sólo un niño puede serlo.

    Wess Stafford (2010). “Too Small to Ignore: Why the Least of These Matters Most”, p.228, WaterBrook