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  • [Supongamos que la mente de un amigo de la humanidad estuviera nublada por su propio dolor, extinguiendo toda participación compasiva en el destino de los demás; todavía tiene los recursos para ser benéfico con aquellos que sufren angustia, pero la angustia de los demás no le toca porque está suficientemente ocupado con la suya; y ahora, cuando ninguna inclinación le estimula ya a ello, se arranca a sí mismo de su mortal insensibilidad y realiza la acción sin ninguna inclinación, únicamente por deber.