Socrates muere con honor, rodeado de sus discípulos escuchando las palabras más tiernas -la muerte más fácil que uno podría desear morir. Jesús muere en el dolor, la deshonra, la burla, el objeto de la maldición universal - la muerte más horrible que uno podría temer. Al recibir la copa de veneno, Socrates bendice a quien no pudo dársela sin lágrimas; Jesús, mientras sufre los dolores más agudos, reza por sus enemigos más acérrimos. Si Socrates vivió y murió como un filósofo, Jesús vivió y murió como un dios.