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El conocimiento de un hombre ignorante es vivo y exuberante como un bosque, pero cubierto de musgos y líquenes y, en su mayor parte, inaccesible y echándose a perder; el conocimiento del hombre de ciencia es como la madera recogida en los patios para las obras públicas, que todavía sostiene un brote verde aquí y allá, pero incluso éste está expuesto a la podredumbre seca.