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Grandes máquinas se arrastraban por el campo; y en medio había un enorme carnero, grande como un árbol del bosque, de cien pies de largo, balanceándose sobre poderosas cadenas. Llevaba mucho tiempo forjándose en las oscuras herrerías de Mordor, y su horrible cabeza, hecha de acero negro, tenía la forma de un lobo feroz; sobre ella yacían hechizos de ruina. Lo llamaron Grond, en memoria del antiguo Martillo del Inframundo. Grandes bestias lo empujaban, los orcos lo rodeaban y detrás caminaban los trolls de las montañas para blandirlo.