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  • A su lado, su marido sólo podía balbucear, e incluso dejó de hacerlo cuando ella se dio la vuelta para dedicarle una sonrisa, la sonrisa instintiva y brillante de una mujer que sabe lo débiles que pueden llegar a ser los hombres. No se podía aprender a sonreír así. Era algo que una mujer sabía desde el momento en que nacía o que nunca había sabido. ("Esta noche soy peligrosa")