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  • Era demasiado para Zenith, Ohio. A veces había intentado empequeñecerse, encajar perfectamente en las líneas ordenadas de las expectativas. Pero, de algún modo, siempre se las arreglaba para decir o hacer algo escandaloso -aceptaba el reto de subirse al mástil de una bandera, hacía un chiste un poco atrevido o se montaba en un coche con chicos- y, de repente, volvía a ser "aquella horrible chica O'Neill".