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  • Pero ahora me pregunto: ¿y si todo el mundo fuera más o menos igual y sólo se tratara de miles de pequeñas elecciones que nos convierten en la persona que somos? Ni el bien ni el mal, ni el blanco ni el negro, ni demonios internos ni ángeles que nos susurren al oído las respuestas correctas como si fuera un examen cósmico de selectividad. Sólo nosotros, hora a hora, minuto a minuto, día a día, tomando las mejores decisiones que podamos. La idea es espeluznante. Si eso es cierto, entonces no hay elección correcta. Sólo hay elección.

    Holly Black (2012). “Black Heart”, p.189, Simon and Schuster