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  • Una persona que se compromete a cultivar un huerto en casa, mediante prácticas que preservarán en lugar de explotar la economía de la tierra, tiene su mente precisamente en contra de lo que está mal en nosotros... Lo que estoy diciendo es que si aplicamos nuestras mentes directa y competentemente a las necesidades de la tierra, entonces habremos empezado a hacer cambios fundamentales y necesarios en nuestras mentes. Empezaremos a comprender y a desconfiar y a cambiar nuestra economía derrochadora, que no sólo comercializa los productos de la tierra, sino también la capacidad de la tierra para producir.