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  • Podríamos decidir simplemente permanecer absortos en el juego misterioso, informe y libre de la realidad. Esta sería la elección del místico que busca extinguirse en Dios o en el Nirvana, análoga quizá a la tendencia de los artistas a borrarse con alcohol u opiáceos. Pero si valoramos nuestra participación en una realidad compartida en la que tiene sentido tener sentido, tal abnegación negaría un elemento central de nuestra humanidad: la necesidad de hablar y actuar, de compartir nuestra experiencia con los demás.