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  • Me encantan las lecturas y mis lectores, pero el barullo de voces del público me da miedo escénico, y el barullo de voces de mi interior me susurra que soy un fraude, y que se acabó la juerga. Seguramente alguien se levantará del público y dirá en voz alta que no sólo no soy divertido ni útil, sino que soy molesto y un farsante.