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  • El padre de una hija no es más que un rehén de lujo. Un padre pone cara de piedra a sus hijos, los reprende, sacude la cornamenta, da zarpazos en el suelo, resopla, los corre hacia la maleza, pero cuando su hija le pasa el brazo por encima del hombro y le dice: "Papá, tengo que preguntarte algo", es como un trozo de mantequilla en una sartén caliente.