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Nunca trates de vivir del viejo maná, ni busques ayuda en Egipto. Todo debe venir de Jesús o estarás deshecho para siempre. Las viejas unciones no bastarán para impartir unción a tu espíritu; tu cabeza debe tener aceite fresco derramado sobre ella desde el cuerno de oro del santuario, o dejará de tener su gloria.