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Piense en ello: en una época en la que era inconcebible tener una mujer rabina o una mujer estudiosa de la teología cristiana o del derecho canónico, la civilización islámica contó con cientos de mujeres que eran autoridades en derecho islámico y teología islámica y que enseñaron a algunos de los juristas masculinos más famosos y dejaron tras de sí un notable corpus de escritos.