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Tal es la naturaleza de los hombres, que por más que reconozcan que muchos otros son más ingeniosos, o más elocuentes, o más doctos; sin embargo, difícilmente creerán que haya muchos tan sabios como ellos mismos.
Tal es la naturaleza de los hombres, que por más que reconozcan que muchos otros son más ingeniosos, o más elocuentes, o más doctos; sin embargo, difícilmente creerán que haya muchos tan sabios como ellos mismos.