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Al erudito se le exige una abnegación no menos austera que la del santo. Debe adorar la verdad, y renunciar a todas las cosas por ella, y elegir la derrota y el dolor, para que su tesoro en el pensamiento aumente.
Al erudito se le exige una abnegación no menos austera que la del santo. Debe adorar la verdad, y renunciar a todas las cosas por ella, y elegir la derrota y el dolor, para que su tesoro en el pensamiento aumente.