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  • Quien sólo conoce su propia versión del caso (argumento) sabe poco de eso. Sus razones pueden ser buenas, y puede que nadie haya sido capaz de refutarlas. Pero si es igualmente incapaz de refutar las razones del lado opuesto, si ni siquiera sabe cuáles son, no tiene motivos para preferir ninguna de las dos opiniones.

    John Stuart Mill (1989). "J. S. Mill: 'On Liberty' and Other Writings", p.38, Cambridge University Press.