Autores:
  • La tontería -mucha de la cual es claramente intencionada- se mezcla con cierta grandeza genuina. El toque Pixar es evidente en la precisión de los detalles visuales y en el ingenio y la energía de la partitura de Michael Giacchino, pero el control de calidad que se ha ejercido sobre este proyecto también tiene un curioso efecto debilitador. La película se vende a sí misma como una diversión semitransparente, casi acrobática, pero es tan fastuosa y quisquillosa que uno no puede evitar pensar que quiere que la tomen en serio y, por lo tanto, se ríe de su sublimidad fingida, en lugar de hacerlo con ella.