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  • El aula, con todas sus limitaciones, sigue siendo un lugar de posibilidades. En ese campo de posibilidades tenemos la oportunidad de trabajar por la libertad, de exigirnos a nosotros mismos y a nuestros compañeros una apertura de mente y de corazón que nos permita enfrentarnos a la realidad incluso cuando imaginamos colectivamente formas de ir más allá de los límites, de transgredir. Esta es la educación como práctica de la libertad.