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  • Esto puede sonar a herejía, ¡pero es la verdad más grande! Es más difícil dejar que Dios nos ame, que amarlo a Él. La mejor manera de amarle a cambio es abrir nuestros corazones y dejar que Él nos ame. Dejar que se acerque a nosotros y sentirle cerca. Esto es realmente muy difícil: dejarnos amar por Él. Y eso es quizá lo que tenemos que pedir hoy en la Misa: "Señor, quiero amarte, pero enséñame la difícil ciencia, el difícil hábito de dejarme amar por Ti, de sentirte cerca y sentir tu ternura". Que el Señor nos conceda esta gracia.