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  • El luchador (como el escritor) debe estar solo. Si pierde, no puede convocar una conferencia de ejecutivos y echar la bronca a un vicepresidente o al subdirector de ventas. En consecuencia, es resentido por personajes fraccionados que no pueden vivir fuera de una organización.

    A. J. Liebling (2014). “The Sweet Science”, p.5, Macmillan