Objects Quotes - Page 6
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Una bendición y también una maldición de las cartas escritas a mano era que, a diferencia del correo electrónico, no podías releer obsesivamente lo que habías escrito después de enviarlo. No podías intentar deshacer el envío. Una vez enviada, desaparecía. Era un objeto que ya no te pertenecía, sino que pertenecía a su destinatario para que hiciera con él lo que quisiera. Uno tiende a recordar el sentimiento de lo que ha dicho más que las palabras. Regalabas el objeto y te quedabas con el recuerdo. Eso era dar.
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