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Sufro como siempre del miedo a escribir la primera línea. Es asombroso los terrores, las magias, las plegarias, la timidez estremecedora que le asaltan a uno. Es como si las palabras no sólo fueran indelebles, sino que se extendieran como el tinte en el agua y colorearan todo a su alrededor. Escribir es un asunto extraño y místico.