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  • Cuando la primera luz amaneció sobre la tierra, y los pájaros se despertaron, y el bravo río se oyó ondulando confiado hacia el mar, y el ágil viento madrugador agitó las hojas de roble en torno a nuestra tienda, todas las gentes, habiendo reforzado sus cuerpos y sus almas con el sueño, y desechado la duda y el miedo, fueron invitadas a aventuras no intentadas.