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  • Qué frágil y efímera es la sustancia material de las cartas, lo que hace que su propia supervivencia sea tan arriesgada. La letra impresa tiene su propia permanencia, aunque no merezca mucho la pena conservarla, pero ¡una carta! Transmitida por un medio de transporte incierto, sobre el que el remitente no tiene ningún control; confiada a una sola persona que puede ser descuidada o poco apreciativa; dejada a merced de las generaciones futuras, de familias tal vez ansiosas por suprimir el pasado, de los accidentes de mudanzas y limpiezas de casas, o de la mera ignorancia. Cuántas veces han sobrevivido por pura casualidad.