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  • Nada es más importante en la oratoria que ganarse para el orador el favor de su auditorio, y que éste se sienta tan afectado que se deje llevar por algo parecido a un impulso del espíritu impetu quodam animi o emotion perturbatione, más que por el juicio o la deliberación. Porque los hombres deciden muchos más problemas por el odio, o el amor, o la lujuria, o la rabia, o la pena, o la alegría, o la esperanza, o el miedo, o la ilusión, o alguna otra emoción interior aliqua permotione mentis, que por la realidad o la autoridad, o cualquier norma legal, o precedente judicial o estatuto.