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  • Cuando considero lo poco raros que son los niños, que todas las calles y callejones ciegos están llenos de ellos, que la gente más pobre suele tenerlos en abundancia, que hay pocos matrimonios que no sean bendecidos con al menos una de estas gangas, con cuánta frecuencia se vuelven malos y frustran las esperanzas de sus padres, tomando caminos viciosos, que terminan en la pobreza, la desgracia, la horca, etc., no puedo decir qué motivo de orgullo puede haber en tenerlos. -- No puedo imaginarme qué motivo de orgullo puede haber en tenerlos.

    Charles Lamb (1869). “The Essays of Elia and Eliana”, p.133