Autores:
  • Inmortalidad, deslumbrante idea, ¿quién te imaginó por primera vez? ¿Fue algún alegre burgués de Nuremberg, que con su gorro de dormir en la cabeza y su pipa de arcilla blanca en la boca, se sentó en una agradable tarde de verano ante su puerta, y reflexionó en toda su comodidad, que sería muy agradable, si, con una pipa inextinguible y un aliento interminable, pudiera vegetar así durante una bendita eternidad? ¿O era un amante que, en los brazos de su amada, pensaba en la inmortalidad, y eso porque no podía pensar ni sentir otra cosa que... ¡Amor! ¡Inmortalidad!

    Heinrich Heine (1891). “The Works of Heinrich Heine”