Autores:
  • Un libro verdaderamente bueno atrae muy poco favor hacia sí mismo. Es tan cierto que me enseña mejor que leerlo. Pronto debo dejarlo y empezar a vivir de su insinuación. Cuando leo un libro indiferente, me parece lo mejor que puedo hacer, pero el volumen inspirador apenas me deja tiempo libre para terminar sus últimas páginas. Se me escapa de las manos mientras leo. No crea una atmósfera en la que pueda ser leído, sino una en la que sus enseñanzas puedan ser practicadas. Me confiere tal riqueza que lo dejo con pesar. Lo que empecé leyendo debo terminarlo actuando.