Autores:
  • Cuando vi fotografías de niños asesinados por los fascistas, sentí una piedad furiosa. Cuando los partidarios de Franco hablaban de atrocidades rojas, sólo sentía indignación de que la gente dijera tales mentiras. En el primer caso vi cadáveres, en el segundo sólo palabras. . . Poco a poco adquirí cierto horror a la forma en que funcionaba mi propia mente. Tenía claro que, a menos que me preocupara imparcialmente por cada niño asesinado, en realidad no me importaban en absoluto los niños asesinados.